9 February 2014

TUNEANDO EL BERNABÉU


Hace unos días supimos de la propuesta ganadora para la reforma y ampliación del Estadio Santiago Bernabéu en Madrid. Parece que se haya establecido la última y definitiva versión de un proyecto siempre inacabado. De hecho, el coliseo blanco nunca ha dejado de ampliarse desde sus orígenes, como si su vocación fuera la de aquellas antiguas catedrales cuya construcción ininterrumpida pasaba por el necesario concierto de varias generaciones (1).


La imagen del Bernabéu es la imagen del tiempo. Sin entrar en demasiados detalles sobre su historia, etapas, aciertos y desencuentros, el estadio siempre ha presentado una estructura reconocible, un graderío en crecimiento desde el campo hacia el exterior: un estadio es en primera instancia una estructura. En la imagen, Don Santiago posa orgulloso ante la maqueta y los planos de la ampliación del segundo y tercer anfiteatro hacia la calle Padre Damián (2), frente invariablemente distinto al resto del estadio y sobre el que se han ido experimentando transformaciones diversas. Se observa cómo la primera estructura del Estadio de Chamartín es rodeada por otra paralela de mayor altura, resolviendo el acceso mediante una escalera simétrica de inspiración neoclásica, una solución de los años 50 pero muy al gusto del Madrid de los 40 (3). Las obras posteriores para el mundial de 1982 (Alemany) completan el anillo iniciado en Padre Damián, y en 1992 (Lamela) el estadio crece hacia arriba a través de la actual estructura de hormigón, dejando visto el envés del cuarto anfiteatro que conecta con las cuatro torres de circulación situadas en las esquinas (4). La infraestructura aloja entre la poderosa osamenta un atlas de pequeñas arquitecturas aditivas: cilindros de GRC, cajas de vidrio, taquillas de chapa en planta baja, palcos interiores, restaurantes, tiendas, oficinas…un crecimiento atomizado a base de volúmenes autónomos reconocibles desde el espacio exterior o el propio vacío interior.


La construcción continuada, ininterrumpida y aditiva ofrece una imagen compleja y fragmentada, que ha ido trasformado el clasicismo castizo del graderío original en una infraestructura en constante reprogramación epitelial, un proceso de colmatación que sin duda hubiese merecido una oportunidad. En cualquier caso, el actual estadio presenta a mi  juicio dos grandes valores arquitectónicos relacionados con la memoria y la escala urbana. La construcción dilatada del estadio (todos los presidentes han añadido parte del programa pero ninguno ha decidido por completo la solución actual), ha generado una infraestructura que se va haciendo, se transforma con la ciudad, su crecimiento pertenece a la memoria colectiva exactamente igual que el ritual implosivo de acudir al campo los domingos o la conquista explosiva hacia Cibeles tras la consecución de algún título: la superposición de acontecimientos también construye la ciudad (5). A nivel urbano el estadio presenta varias escalas, y si bien representa de lejos su papel como coloso monumental, en la distancia corta el edificio parece menor, gracias en parte a la omnipresencia de elementos y situaciones que se resuelven desde la pequeña escala: pórticos inferiores, sombras profundas bajo las cajas de vidrio y a franjas en el graderío superior, cilindros verticales de GRC que vuelan sobre la acera, exentas rampas helicoidales de acceso…un juego vibrante de luces y sombras que conectan la imponente escala del estadio con los elementos más pequeños propios de lo urbano y lo humano.

La solución arquitectónica que ahora se impone como definitiva está exenta de, al menos, estos dos importantes valores urbanos: por un lado, la envolvente actúa como la carrocería final de un Lamborghini (6), un ejercicio de architectural tuning que oculta la poderosa infraestructura y las miles de pequeñas historias de la Historia que hoy se muestran desordenadas con cierto desparpajo; por otro, el caparazón metálico y radiante, impropio para un cielo y una luz como la de Madrid (7), carece de dispositivos reguladores de la escala urbana, adquiriendo una imagen de “Mall of America” sin matices ni referencias, una especie de “Premier Shopping” desesperadamente cegador y megalómano que lamentablemente, y aunque ni siquiera alcance para nosotros el dudoso estatus de icono que tanto gusta a la administración local (8), parece reflejar el actual modelo de construcción de la ciudad. Y es que los (oh!) render presentados al concurso no mienten: el entorno no existe. Tan solo se intuye su reflejo desfigurado y nebuloso sobre la flameante superficie metálica de este nuevo Bernabéu tuneado (9).




NOTAS

(1) Contaba Carlos Lamela la compleja organización de las obras continuadas durante los últimos 20 años sin que nunca se haya interrumpido un solo partido.
(2) El Estadio de Chamartín quedaba sin cerrar en primer y segundo anfiteatro en este frente. La baja altura del coso se debía a una interesante disposición rehundida del terreno de juego, permitiendo que el primer graderío se desarrollara sobre el terreno natural. El ingeniero fue Carlos Fernández Casado, ver más información sobre el proyecto original aquí: http://www.cehopu.cedex.es/cfc/expt/FC-074-001.htm
(3) A los años 40 pertenecen obras como el Ministerio del Aire (Gutiérrez Soto), la Capilla del Espíritu Santo (Fisac), las Viviendas de Plaza Gregorio Marañón (Gutiérrez Soto), la Iglesia de San Agustín (Luis Moya) o el Banco Mercantil e Industrial (Antonio Palacios), todas en Madrid y todas afectadas de una cierta exaltación nacional de carácter clásico.
(4) Sobre estas ampliaciones del Bernabéu: “Reformado y desfigurado por Alemany et al. en 1982 y Lamela en 1992”. Antón Capitel, Guía de Arquitectura, España; Madrid, Tanais, 1998, pág. 239.
(5) Está por ver la adaptación de Madrid y sus ciudadanos a este nuevo modelo de centralidad comercial y turística que se quiere imponer desde numerosos focos a la vez (Bernabéu, Gran Vía, Plaza de España, Estación del Norte…). El problema no es la reprogramación en sí misma, sino el modelo de tratamiento del tejido existente al margen de su valor patrimonial, la estrategia de piqueta + icono en lugar de canalizar cada una de estas intervenciones como una oportunidad para hacer ciudad, a poder ser, con la toma en consideración de los ciudadanos.
(6) Sobre el tipo de carrocería y otros interesantes apuntes recomiendo la lectura de este oportuno debate iniciado por José Ramón Hernández Correa: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=776285309065998&set=a.161581390536396.37995.100000536075822&type=1&theater&notif_t=like
(7) Esperemos que los reflejos no derritan ningún Jaguar, como ocurrió en la City de Londres hace tan solo unos meses: http://www.abc.es/internacional/20130903/abci-rascacielos-londres-jaguar-201309031558.html
(8) Sobre el interés del Ayuntamiento de Madrid por estrategias basadas en la piqueta y el icono hemos hablado aquí en entradas anteriores: “Impactos urbanos después de la burbuja” (curiosamente Carlos Fernández Casado fue el ingeniero del Estadio y la Estación de Trolebuses de Chamartín) http://madc-texts.blogspot.com.es/2012/11/impactos-urbanos-despues-de-la-burbuja.html y “Tres reflexiones sobre el MAADU”  http://madc-texts.blogspot.com.es/2014/01/impactos-urbanos-despues-de-la-burbuja.html
(9) Queda abierto el debate sobre la gestión de los estadios como infraestructuras públicas en lugar de recintos pertenecientes a clubes privados, una interesante posibilidad que por desgracia no parece viable en un país que conduce firmemente en la dirección opuesta: la privatización de numerosas infraestructuras públicas. Sin ir más lejos, la pasada semana el estadio de La Peineta en Madrid pasó a ser gestionado por empresas privadas: "La Peineta como Maracaná".



2 comments:

  1. Ya podría tratarse de un tuneado más mínimo. Buena entrada. http://2worldtree.blogspot.sg/2014/02/2wtree004-green-ink-on-envelope.html

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  2. Gracias Miguel, al menos un tuneado más acorde con la historia del estadio, Di Stéfano decía que iba a trabajar a "la fábrica" y ese espíritu aún lo conserva el actual Bernabéu, un abrazo.

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