23 February 2015

LA CIUDAD COMO HÁBITAT


La Ciudad se ha convertido progresivamente y quizá desde la Revolución Industrial, en una suerte de gran depredador sobre el medio. Su papel como agente dinamizador de la actividad económica y cultural del mundo, el progreso, ha configurado conurbaciones de consumo, mega-estructuras desconectadas de los ciclos de la naturaleza, la energía o los recursos. La Ciudad Genérica pesa demasiado para el Mundo: superficial, desestructurada, hiperdensa, polucionada, “supremamente inorgánica” (1), la ciudad impermeable en la que el imaginario de un afuera natural se reduce al bucólico artificial de los lagos en el campo de golf, o la nieve industrial pulverizada sobre la pista de esquí. 

16 February 2015

LA ESCALERA OBLICUA


En arquitectura el movimiento vertical implica necesariamente otro horizontal. La sucesión de peldaños en la escalera establece una sección diagonal sobre la que nos deslizamos hasta alcanzar el siguiente piso. La repetida ordenación vertical de la meseta a modo de pequeño descanso plano entre tramos, establece uno de los hilvanes más cotidianos de un edificio: el hueco de escalera. El desplazamiento horizontal de la meseta genera sin embargo un segundo movimiento diagonal, resultado de trasladar la posición del hueco en cada nivel. Una doble diagonal.

9 February 2015

LA SECCIÓN DEL MUNDO


La idea de atesorar la historia universal de la arquitectura, la escultura y la pintura, asombra y aterra a partes iguales. Si la cámara de los tesoros forma parte además de un programa doméstico, nos encontramos ante una seductora entelequia del habitar: la vida como inmersión permanente en la cultura; la colección como la representación misma de su habitante y creador; la casa como resumen del universo.

2 February 2015

MIRILLAS Y PERISCOPIOS


La mirada recorre la ciudad contemporánea un poco perdida entre señales, asfalto, muros y rótulos luminosos: superficies impermeables. El sistema también muestra huecos inaccesibles como la ventana ajena desde la que poder sentirse discretamente observado. El ojo urbano apenas penetra un par de metros en los escaparates, el interior de un vehículo, el negro tras la ventanilla de los kioskos. Sin embargo, la construcción de la ciudad exige la consideración de la fisura, la mirada permeable, la calle como instrumento de observación errante.