17 November 2014

PARQUE Y PABELLÓN


La historia de la arquitectura podría ser contada como la historia de un límite: la envolvente que nos abriga y nos separa del afuera. Esta protección, entendida como una armadura habitada, favorece la clásica confrontación de lugares y situaciones excluyentes: interior o exterior, abierto o cerrado, público o privado, pequeño o grande. Sin embargo, cuando el límite adquiere ciertas condiciones de profundidad y/o permeabilidad, las situaciones excluyentes pueden ser resueltas en un ejercicio de transiciones sucesivas: "La arquitectura debería ser concebida como una serie de espacios intermedios claramente definidos. El intermedio habilita el espacio común en el que las polaridades conflictivas pueden ser fenómenos gemelos" (1).

En 1966 Aldo van Eyck proyecta el Pabellón de Esculturas del parque Sonsbeek (Arnhem), en el mismo emplazamiento de una propuesta anterior diseñada por Gerrit Rietveld (2). El pabellón de Van Eyck explora las situaciones intermedias entre la instalación exterior de la escultura figurativa, y la experiencia interior del museo urbano: una propuesta entre la habitación y el paisaje. Una serie de muros paralelos son equipados con tramos circulares de radio y longitud variable, generando espacios cóncavos y convexos (inter)relacionados mediante puertas de conexión transversal. La posición de las esculturas establece una geografía complementaria, separándose de los muros o, en ocasiones, alojándose en su interior mediante el delicado establecimiento de precisas urnas-ventana. La constelación de obras de arte y la complejidad espacial establecida por los muros podrían parecer estrategias suficientes para la intermediación del proyecto entre la habitación y el paisaje. No es así.

Una cubierta translúcida, mínima como la instalación sobre el hallazgo arqueológico, oculta la poderosa presencia de los árboles y domestica la luz entre los muros, una luz homogénea y difusa que revela la condición táctil de la escultura (3). Los poros de la cubierta textil filtran la lluvia al interior, enfatizando el carácter abierto del pabellón y revelando finalmente su profunda exterioridad. La multiplicación de los límites, como si al fin las categorías antagónicas hubiesen sido superadas por una arquitectura capaz de resolver a un tiempo su cualidad interior y exterior, abierta y cerrada, privada y pública, pequeña y grande. Una arquitectura capaz de ser al mismo tiempo Parque y Pabellón.

NOTAS

(1) Aldo van Eyck, Architectural Design 12, Vol. XXXII, 1962. Traducción MADC. Ver también "El interior del tiempo y otros escritos. Aldo van Eyck", Circo nº37, 1996.
(2) El Pabellón de Rietveld fue construido en 1955 como una instalación temporal. Una vez finalizada la exposición el pabellón fue desmontado y diez años más tarde, a petición de numerosos arquitectos holandeses, fue reconstruido en el museo Kröller-Müller. El carácter temporal de la estructura evidenció un mal comportamiento ante su nueva condición permanente, por lo que el pabellón fue finalmente desmontado y reconstruido por tercera vez en 2010 con sistemas y materiales actuales. Ver Rietveld Paviljoen por Vaumm.
(3) Para Van Eyck, la luz natural satura el volumen de la obra escultórica e impide la comprensión de su carácter autónomo. Ver "Aldo van Eyck. Works", Basel, Birkhäuser, 1999, págs. 134-141. Las fotos que hemos podido encontrar en la red, revelan la reciente sustitución de la cubierta translúcida, porosa y textil por otra transparente e impermeable a base de semi-cilindros de policarbonato, una solución que arruina por completo la idea del proyecto original.

2 comments:

  1. Muy revelador el articulo Miguel Ángel, me encanta la relación que desvelas en esta obra de Aldo van Eyck, apuntado queda.

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  2. Gracias Pedro, me alegra que te haya parecido interesante. En realidad, a este tema de las transiciones le hemos dedicado los dos últimos cursos...merece la pena, también el curso de patrimonio que hicimos en Barcelona, claro, aún recuerdo vuestras propuestas...saludos!

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