9 June 2014

ELOGIO DE LA INCORRECCIÓN


La arquitectura habita plácidamente en el ámbito de la ortodoxia, bendecida por las reglas comúnmente aceptadas por el colectivo, libre de errores o defectos. Los códigos justifican, los cánones legitiman. Aunque no siempre. La historia nos ha regalado magníficos ejemplos de arquitectura surgida desde lo que Enrique Walker califica como “lo ordinario” (1), es decir, lo cotidiano, lo popular, lo banal hasta el límite de la incorrección. Arquitectura ejercida desde la alteración del canon.

Alison y Peter Smithson finalizan en 1954 su austera y miesiana escuela secundaria de Hunstanton, Norfolk (Reino Unido), considerada el manifiesto del nuevo brutalismo. Tan solo un año después abordan un pequeño proyecto doméstico en Wattford: la casa para el ingeniero de estructuras Derek Sugden (2). Su aspecto exterior renuncia a cualquier presunción de singularidad y se integra con desparpajo en el tejido anónimo de la casa suburbana, ejercicios con cubierta inclinada y fachada de ladrillo visto para una clase media de salón, cocina y cuatro dormitorios (3). Sin embargo la arquitectura no entiende de materiales, programas, escalas ni ortodoxias y aparece siempre inesperada. La lectura atenta de plantas y secciones muestra mecanismos complejos del habitar; la fotografía del espacio interior revela una modernidad radical y vivificante, una contemporaneidad desarrollada desde la franqueza de la cotidianidad, sin la deliberada intervención de la arquitectura.

La incorrección puede ser una poderosa herramienta de transformación. Cuentan que Pío Baroja, gracias al uso de ciertas incorrecciones del lenguaje, fue “el iniciador más destacado de la revolución lingüística en España” (4). En este caso, como en el de los Smithson, se supera la mera provocación, la sorpresa o sencillamente la farsa: la mayor incorrección es ser uno mismo; la incorrección supone la alteridad del sistema y desde su conocimiento riguroso, propone su disponibilidad para ser otro; la incorrección supone la extralimitación, el abandono de la cautela disciplinar, salir de la cueva y explorar el extrarradio soleado de la arquitectura.

NOTAS

(1) Enrique Walker, (Ed.), Lo ordinario, Barcelona, Gustavo Gili, 2010.
(2) Casa Sugden, Wattford, Reino Unido 1955.
(3) El cliente rechazó una primera propuesta más ortodoxa, diríamos de “arquitectura”, lo que al parecer enojó sobremanera a Alison Smithson. El relato de Sugden aparece en el libro Alison y Peter Smithson – from the House of the Future to the house of today, editado por Dirk van der Heuvel y Max Risselada, Rotterdam, 010 Publishers, 2004.
(4) F. Bello Vázquez, Lenguaje y estilo en la obra de Pío Baroja, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1988. Pág. 113.

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